Tras más de 15 meses desde la declaratoria de pandemia por COVID-19 y el inicio del confinamiento, hemos buscado las respuestas que nos permitan regresar a nuestra forma de vida previa a COVID. Desde conocer estimaciones del tiempo que nos tomaría alcanzar la inmunidad de rebaño, el tiempo que permanecen los anticuerpos en circulación de los pacientes recuperados, hasta quien sería el ganador de la carrera de desarrollo de la vacuna para la enfermedad. Todas estas preguntas están centradas en como nuestro sistema inmune responde ante esta infección.
La forma en que el sistema inmune participa en la infección de SARS-CoV-2 comenzó a dilucidarse de manera gradual. Hoy sabemos que tras la infección por SARS CoV-2, la respuesta humoral está dirigida contra las cuatro proteínas estructurales del virus: proteína N (nucleocápside), proteína S (espícula), proteína M (membrana) y proteína E (envoltura). Estos anticuerpos pueden identificarse mediante inmunoensayos dirigidos contra anticuerpos a estas estructuras virales, los más comúnmente desarrollados están dirigidos contra la proteína de nucleocápside y contra la proteína de espícula (S)1.
Una vez en contacto con el virus y tras la producción de anticuerpos por el sistema inmune, la siguiente interrogante a resolver es cuánto tiempo permanecen en circulación. Las respuestas a estas interrogantes no son únicas, la presencia de anticuerpos después de la infección está ligada a la severidad de la infección presentada. Los primeros trabajos indicaban que en pacientes asintomáticos los anticuerpos podían ser indetectables después de tres meses, en publicaciones posteriores se observó que en pacientes con enfermedad moderada o grave estos anticuerpos pueden estar presentes hasta siete meses después de resuelta la infección2.
Conocer el mecanismo de infección fue clave para el desarrollo de varias vacunas, aun cuando el vector que utilizan es diferente, la mayoría de las vacunas producen proteína S como antígeno por lo que la respuesta inmune está centrada en la neutralización de esta proteína clave en la unión del virus a la célula huésped. Es así como a finales de 2020 tras la autorización para uso de emergencia de varias vacunas la inmunidad de rebaño no sólo dependía de la respuesta inmune a la infección si no que la vacunación comenzaría a sumar para alcanzar este objetivo.
La prevalencia de anticuerpos contra SARS-CoV-2 reportada por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020(ENSANUT CONTINUA COVID-19)3 para el periodo de agosto a noviembre de 2020 fue de 23.3%. En el informe estadístico COVID19mx: Proyección 20214 se estima que al 1° de agosto de 2021 al menos el 66% de la población mexicana ha tenido contacto directo con el virus y se prevé que, junto con la estrategia de la vacunación, el control del repunte actual se daría en noviembre de este año.
El conocimiento de los mecanismos involucrados en la infección y la respuesta inmune particular a este virus ha permitido a los investigadores utilizarlos para el desarrollo y evaluación de efectividad de las vacunas, el monitoreo epidemiológico, de seroprevalencia y la predicción de la inmunidad de rebaño.
La investigación de SARS-CoV-2 está lejos de concluir, la mejora en las formulaciones de las vacunas existentes, el diseño de nuevas pruebas diagnósticas y de seguimiento y el análisis epidemiológico seguirán siendo claves para tomar las decisiones necesarias para regresar a la de vida previa a COVID.
Bibliografía